Quizá la frase que más he escuchado cuando entre mis pares resulta que hay ocasión de compartir un foro, clases o sencillamente una conversación.
¿Qué es la filosofía? Un estilo de vida.
Gracias a Kant, principalmente, la visión que se tiene del filósofo suele tener tintes de académico. No somos el mismo tipo de animal. Siguiendo a Aristóteles, somos animales políticos y los filósofos los mejores para dirigir a la comunidad (la Polis).
Bueno ¿entonces hacemos filosofía aristotélica? ¿Griega? ¿Clásica? No necesariamente. En términos de Gustavo Bueno: hacemos filosofía para el presente.
He dicho aquí en mis ensayos que el tiempo es una construcción (igual que el Derecho, igual que nuestra realidad); pero no es más que un juego del lenguaje. Hablando como Derrida, todo lenguaje es juego. En todo juego cabe la trampa y por tanto, estamos ante juegos y trampas del lenguaje.
Esta vez toca hablar de algo que me acompaña desde hace un par de años a la fecha: hacer filosofía práctica ¿qué es esto? Vivir a partir de la filosofía (como un estilo de vida) inseparable de su dimensión ética.
Cuando invocan la frase que titula este escrito se desvelan por lo menos dos impresiones: 1) que existe un desprecio por la filosofía, en consecuencia, por la reflexión; la crítica que provoca la duda; un rechazo al interesante acto de pensar. 2) que no hay una perspectiva clara acerca de lo que la filosofía implica en el acto de vivir —este desconocimiento me preocupa— pues ignorar la filosofía es ignorar su propia posición en el mundo. Mundo al que pertenecemos todos, del cual cada uno forma parte de una u otra manera. Si somos animales políticos, no hay nada más político que vivir en sociedad (local, nacional y mundial).
Por último, hacer filosofía es algo que cada uno de nosotros hacemos en nuestro día a día. Cada quien tiene una visión acerca de los postulados más profundos que trata el discurso filosófico: la vida; la muerte; el concepto de Dios; del Ser; el No Ser; la nada; el todo. Cada uno vive pues, su propia filosofía. Su propia realidad. En términos de la florida frase: cada uno es un filósofo de su propia vida.
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