Hace unos ayeres, el maestro alemán Robert Alexy postulaba su teoría de la doble dimensión del Derecho: normativa y fáctica. Yo hablo de su tercera dimensión: artística. Esta última incluye elementos estéticos al fenómeno jurídico. Considero aquí lo dicho por Augusto Boal en tanto el “Teatro Legislativo”; “Teatro Foro”; “Teatro Imagen”; “Teatro Invisible”, así como de sus propuestas metodológicas derivadas del Teatro del Oprimido. Propuestas que vinculan directamente al Teatro y el Derecho. Además, estoy considerando la belleza que debe contener un documento jurídico <una estética documental>. Basta ya de quimeras textuales, verborrea y eufemismos absurdos. Un documento bello es aquel que es claro y sencillo. Agrego también un elemento fundamentalmente subjetivo (tal y como la teoría alexiana) pues reconozco la práctica social del Derecho; el pluralismo jurídico. O sea que no pretendo estandarizar un modelo único de perspectiva sino que admito que cada sociedad ha de determinar lo que es bello en función del Derecho de los Derechos Humanos. El Derecho del presente. Valiéndome de una metáfora geométrica diría que ya conocemos por Roberto la longitud y altura del Derecho. Ahora es turno de admirar su profundidad.
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