Hace unas noches compartí fuego con unos biólogos
Reconocer mi ignorancia me coloca en la posibilidad de explorar y curiosear, de aprender ¿Qué es eso? Aprender implica recordar, fijar en la memoria, no necesariamente memorizar. Aprender necesita reflexionar: el estudio (la teoría) y la experiencia (práctica)
Pasa que la teoría y la práctica están unidas, pegadas, inseparables. No hay una sin la otra. Otra sin la una. Como dos caras de la misma moneda ¿la única? No. Por supuesto que hay otras. Caras y monedas.
Entonces ¿por qué existe tanta resistencia? ¿La teoría se resiste o nos resistimos a la teoría? Hay práctica; dijeron los biólogos. Pero no hay práctica sin teoría. Ellos también teorizan, mientras y a partir de su práctica. Espero…
Es interesante observar cómo piensan, pregunté: ¿de qué manera conocen a la biología? ¿Cómo son sus clases? ¿Qué lee un biólogo? ¿Cuáles son sus sistemas de pensamiento, de razonamiento? ¿Uno nomás o varios? Dudo. Pero creo que es instrumentalista o performativo (en términos del lenguaje).
Utilizo la metáfora de la moneda porque cumple para mí un doble propósito (quizá múltiple). Por un lado, me permite reivindicar una imagen que se tiene, por así decirlo, viciada en el mundo del Derecho —del occidental y la tradición germana— ¡Gracias Kelsen! ¿Gracias?
Por otro lado (la otra cara —pero de otra moneda—) consiste en reconocer precisamente eso: la multiplicidad de monedas que hay. Vaya… es evidente que en el mundo no hay sólo una moneda.
Monedas, por tanto, créditos. De esos que no se gastan pero se invierten. O no. Quizá sí se gastan (se acaban). Tal vez es sólo El Capital aquel que me orilla a pensar en esto (monedas, gastos, inversiones).
De una u otra cara, la moneda de este ensayo es la misma. Esta es la moneda teórico-práctica; práctica-teórica. Moneda. Una. Ninguna. Dos (caras) una (s) moneda (s).
cacf
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