En tanto la dinámica propia e interna de cada experiencia educativa no existe, en el sentido estricto, la relación maestro-alumno como un ejercicio de poder y por tanto de jerarquía (o coerción) entre los integrantes de cada sesión. Cada una es una en sí misma. El docente se vuelve guía de la construcción y entrecruzamiento de saberes, dudas, y más dudas respecto de los (pre) supuestos saberes y del saber como saber en sí mismo.
La experiencia de preguntar al guía es satisfactoria no en la medida de su respuesta sino en la propuesta de más preguntas sobre la pregunta misma. Lo cual genera una red a partir de la participación activa y pasiva de los integrantes de la sesión. Que del modo siguiente puede expresarse también: valen tanto los silencios como las palabras. La voz y la no voz están diciendo mucho, más de lo quieren y de lo que pueden.
Se trata pues, de un dinamismo, una construcción que ocurre cuando ocurren las preguntas y las respuestas y las preguntas a las respuestas. Las preguntas.
No hay intención de castigar, reprimir o imponer una idea o una estructura durante las sesiones; sino de hacernos pensar. Hacer pensar a los alumnos y los maestros. Que pensemos. Pensar.
Por mi parte, estoy de acuerdo en que es importante pensar y hacer pensar, pero es primero el hablar. Hablar re significa el acto de pensar en la medida que es el articulador del mensaje quien nos deja ver su pensamiento a partir de su lenguaje. Es el lenguaje del pensamiento aquel que conocemos en nuestro lenguaje. Porque es el lenguaje lo que somos. Somos lenguaje.
El propio pensamiento se crea en la media del lenguaje del pensador y este a su vez está determinado por su memoria. La memoria del lenguaje. Por tanto, somos memoria. En la medida que (nos) recordamos es como somos lenguaje. Pues es a su vez la memoria una construcción del lenguaje. Impregnada de emociones y sentimientos. Aún cuando para estas no se conozca lenguaje.
Aparente contradicción, aunque superable: el lenguaje de las emociones tiene una triple dimensión (no consciente, consciente y meta consciente) cada una responde en relación a su ámbito de aplicación por lo que son autónomas aunque las tres sean interdependientes. En este caso, para superar la contradicción sobra decir que la dimensión no consciente escapa al lenguaje en tanto reacción, aunque no como dimensión del lenguaje. De lo contrario de ella no podría escribirse.
cacf
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